La terapia conductual

La terapia conductual es un tipo de psicoterapia que se basa en los principios del conductismo, una corriente psicológica que estudia el comportamiento humano como el resultado del aprendizaje y la interacción con el ambiente. El objetivo de la terapia conductual es modificar las conductas problemáticas o desadaptativas que causan malestar o dificultan el bienestar de las personas, mediante el uso de técnicas basadas en el refuerzo, el castigo, la extinción, el modelado, la exposición y la relajación. La terapia conductual se aplica a diversos problemas psicológicos, como las fobias, la ansiedad, las adicciones, el trastorno obsesivo compulsivo, los trastornos de conducta infantil y la depresión. La terapia conductual se caracteriza por ser breve, estructurada, orientada a objetivos y evaluada empíricamente. El terapeuta y el paciente trabajan juntos para identificar las conductas que se quieren cambiar, analizar los factores que las mantienen y diseñar un plan de intervención. La terapia conductual también implica tareas para casa, que consisten en practicar las habilidades aprendidas en las sesiones en la vida real. Algunas de las técnicas más habituales de la terapia conductual son:

  • Refuerzo: Consiste en proporcionar una consecuencia positiva o agradable después de una conducta deseada, con el fin de aumentar su frecuencia o intensidad.
  • Castigo: Consiste en proporcionar una consecuencia negativa o desagradable después de una conducta indeseada, con el fin de disminuir su frecuencia o intensidad.
  • Extinción: Consiste en eliminar la consecuencia que mantiene una conducta indeseada, con el fin de que se debilite y desaparezca.
  • Modelado: Consiste en mostrar al paciente cómo realizar una conducta deseada, para que la imite y la aprenda.
  • Exposición: Consiste en exponer al paciente a las situaciones o estímulos que le provocan miedo o ansiedad, de forma gradual y controlada, para que se habitúe y reduzca su respuesta emocional.
  • Relajación: Consiste en enseñar al paciente técnicas para reducir la tensión muscular y el estrés, como la respiración profunda, la meditación o el yoga.